El ganador del premio nobel Isaac Bashevis Singers decía que la ropa que
llevamos puesta tiene un considerable poder y influencia.
La ciencia nos proporciona algunos ejemplos de ello: Forsythe (1990),
afirmaba que una mujer tiene más posibilidades de ser contratada si en la
entrevista de trabajo viste con un look más masculino. Y que en puestos de
prestigio, vestir con un look sexy hace que parezcas menos competente (Glick,
Larsen, Johnson & Bransiter, 2005). También los psicólogos y terapeutas se
ven afectados por el poder de la ropa, puesto que según las investigaciones de
Dacy & Brodsky (1992), la predisposición del paciente a volver a la
consulta es mayor cuando el terapeuta viste ropa formal, que si usa un look más
informal.
Este verano Unicef ha puesto en marcha una campaña en contra de la
discriminación infantil: ¿Qué harías si vieras una niña sola por la calle? haciendo uso del efecto y poder que la
ropa ejerce sobre cómo nos perciben los demás y cómo nos percibimos a nosotros
mismos (Blackslee, 2012), para recordarnos
que todos los niños, sin importar su condición social, merecen las mismas
oportunidades.
Por ello, desde nuestro blog hemos querido ahondar más en ese pilar de la comunicación no verbal
compartiendo una investigación llevada a cabo el 2012 por Hajo Adam y Adm D.
Galinsky de la Northweatern University de Evanston, Illinois conocida como “Enclothes
Cognition”, término utilizado para describir la influencia sistemática que la
ropa que elegimos ponernos cada día tiene sobre nuestros procesos psicológicos
(López, 2013).
¿El hecho de que un grupo de personas
lleve bata de laboratorio incrementará la atención selectiva respecto de un
grupo que no lleve esta vestimenta?. La atención selectiva se entiende como la
capacidad de centrarse en un estímulo relevante e ignorar los que no lo son. (Hajo Adam, A. D. (2012).
Para ello realizaron 3 experimentos que explicaremos brevemente y
acompañaremos con un esquema para facilitar su comprensión:
En el experimento 1, un grupo de personas llevaría una bata de laboratorio
y supuestamente su nivel de atención sería más elevado que el grupo que no la
llevara puesta.
En el experimento 2 y 3, los autores cambiaron el significado psicológico
de la bata, diciéndoles a un grupo de personas que la bata era de pintor. A
otro grupo, se le dijo que la bata era de médico.
Para medir la atención selectiva se administró la siguiente prueba
(llamada test de colores o Stropp): se mostraban una serie letras en la pantalla
del ordenador. Los participantes tenían que decir rápidamente si la palabra que
se mostraba era de color azul o rojo.
Se les mostraban la serie de palabras 50 veces: 20 de ellas eran
incongruentes, es decir, la palabra se contradecía con el color (p.e. “ROJO”
aparecía en color azul o “AZUL” aparecía en color rojo); 30 eran congruentes,
esto es, el significado de la palabra no interfería con la tarea de indicar el
color (p.e. ROJO aparecía en color rojo, AZUL aparecía en color azul). Para
conseguir las puntuaciones se medía tanto si los participantes decían el color
correcto, como el tiempo que tardaban en responder.
Según Rafael López (2012) en su artículo “Dime
qué ropa usas y te diré cómo te sientes”, quien también ha abordado y resumido esta
investigación, en el experimento 1 las personas que vestían una bata,
incrementaron significativamente la atención selectiva en comparación con el
grupo de personas que llevaron ropa normal.
En el experimento 2 y 3, se comprobó que cuando la bata se asoció a
un médico, pero la bata era nueva, no existió incremento en la atención
selectiva.
Cuando la bata era usada pero se decía que era de pintor, tampoco aumentaba
la atención selectiva.
Como vemos en el esquema, en el experimento 2 y 3,
la única combinación que hacía incrementar la atención selectiva se dio cuando
se informó a los participantes que la bata era de médico y esta estaba usada,
lo cual llevó a este grupo de investigadores a concluir que para que haya incremento
de la atención selectiva, se deben dar a la vez dos circunstancias: el significado simbólico, esto es, el valor
que le damos a la ropa, junto con la experiencia física de usarla.
Así pues, la próxima vez que abras tu armario, presta un
momento de atención a cómo te sientes y elije bien tu ropa, elige cómo te
quieres sentir.
Trabajos citados
Blackslee, S. (2012). New
York Times. Recuperado el 05 de Julio de 2016, de
http://www.nytimes.com/2012/04/03/science/clothes-and-self-perception.html?_r=1
Hajo Adam, A. D.
(2012). Enclotched cognition. Journal of Experimental Social Psychology
, 48 (4), 919-925.
Recuperado el 02 de julio de 2016, de
http://cusafety.ca/wp-content/uploads/2014/08/Enclothed-cognition.pdf
Lopez, R. (2013). Dime qué ropa
usas y te diré como te sientes. Club Lenguaje no verbal .
Recuperado el 01 de julio de 2016 de: http://www.clublenguajenoverbal.com/?p=1273