Cuando
estamos en nuestro territorio, con nuestras pertenencias y con la distribución
que nosotros mismos hemos decidido, nuestros movimientos se relajan, nuestra
postura se expande, tomamos los objetos casi sin conciencia y a nuestro antojo.
Todo lo contrario si nos encontramos en territorio ajeno, donde limitaremos la
velocidad, el descaro y la expansión de nuestra gestualidad y movimientos
corporales. Si entramos en la consulta del médico, o en el despacho de la
directora del departamento, seguramente colocaremos nuestro abrigo sobre
nuestro regazo, no sentaremos con las piernas juntas e iremos con cuidado de
recostarnos sobre el respaldo de la butaca.
Sin embargo, cuando estamos en
nuestro despacho, posiblemente lleguemos a poner los pies encima de la mesa,
además de haber dejado el abrigo en la primera silla que tengamos a mano. Lo
mismo si somos los directores de la empresa, pues caminaremos a nuestro antojo
allá por donde consideremos necesario, sentándonos como si estuviésemos en
nuestra casa.
Lo mismo sucede en
referencia a las personas: a aquellas personas con las que tenemos cercanía,
confianza o que, simplemente, se sitúan por debajo de nuestro estatus
(subordinados, usuarios, pacientes, etc.), tenderemos a tocarlas con soltura y
sin temor. Por el contrario, a nuestros superiores jerárquicamente lo
evitaremos o seremos muy cautos a la hora del contacto físico.
De esta
forma, nuestro cuerpo comunica el grado de familiaridad, de control y poder que
tenemos sobre el espacio, las personas y los objetos. Aunque, por otra parte,
nuestro cuerpo también expresa nuestra energía vital y edad. Así, un
adolescente exhibirá un comportamiento diferente si lo comparamos con un
jubilado, teniendo en cuenta el hilo argumental expuesto.
A tenor de lo
dicho, las siguientes fotografías expresan todo eso: poder, edad y
familiaridad. Corresponden a los actos de juramento sobre la Constitución de la
Federación de Rusia de las cuatro ceremonias de Inauguración Presidencial que
ha protagonizado Vladímir Vladímirovich
Putin. En ellas se puede observar la posición de la mano con la que jura
el cargo como Presidente. En cada una de ellas se señala el porcentaje de votos
obtenidos, así como la diferencia con las elecciones anteriores. La variable que se va a contemplar es la distancia entre el escudo metálico de la tapa de la Constitución y los dedos de la mano. También se muestra la mano de la Dimitri Medvédev, apadrinado y
sustituido por Putin, como fotografía para comparar.
La observación de la mano de Putin en su primer mandato y
la de Medvédev, también en su primer mandato, evidencia una actitud de recato y
prudencia a la hora de colocar la mano.
Sin embargo, en el segundo mandato, con una subida notable del porcentaje electoral, la mano de Putin se sitúa encima del escudo con relieve ubicado en la tapa de la Constitución, no respetando el área de apoyo lógico y nítido para la mano.
En el tercer mandato, hay una pérdida de votos notable, con lo que la
mano retrocede.
En el cuarto, vuelve, quizá con menos energía (pues es 13 años
mayor) a acercarse al escudo.
No hay investigaciones sobre el comportamiento de la mano sobre una
constitución por parte de un presidente electo, pero si tratamos a ese libro
como objeto, con algún o ningún propietario, cuanto menos comedido sea el
comportamiento háptico y más expansivo, más poder y familiaridad siente la
persona sobre ese objeto-idea, siempre y cuando la edad se lo permita. Tiene
sentido pensar que si estamos encima de un objeto, posiblemente estemos por
encima de lo que el objeto representa, además de sentirnos dueños de ambas
cosas: el objeto y lo que representa.
BIBLIOGRAFÍA:
Hertenstein, M. J.,
Verkamp, J. M., Kerestes, A. M., & Holmes, R. M. (2006). The communicative functions of touch in humans,
nonhuman primates, and rats: a review and synthesis of the empirical research. Genetic, social, and general psychology monographs, 132(1), 5-94.
Francisco Campos Maya