Los seres humanos, como otras especie más, presentamos una morfología simétrica, tanto corporal como facial. Pero esa simetría, individuo a individuo, puede ir variando. De ese modo, a más variación mayor asimetría.
En una gran cantidad de especies se ha comprobado que a mayor asimetría, menores tasas de supervivencia, de crecimiento y de descendencia, siendo los individuos más simétricos los más exitosos en la competición por el apareamiento, además de los más resistentes a los parásitos y a las infecciones. La simetría parece ser un signo de salud y, quizás, una señal para la tranquilidad de los demás. En este sentido, los individuos más simétricos son valorados por los demás como más dominantes, más atractivos y más sanos.
Alteraciones genéticas, exposición a perturbaciones ambientales (temperaturas extremas, polución) o a parásitos, pueden ser causa de asimetría.
Si nos centramos en la asimetría facial, algo de lo que ya se ha hablado en este blog, se ha podido comprobar que puede ser un indicador de malestar emocional y psicológico, y no solamente de alteraciones físicas. Dicho con otras palabras, los cambios en la simetría en nuestro rostro pueden estar contando que estamos estresados o con dolor emocional.
A continuación se presentan varios ejemplos en los que se podrán comparar los cambios en la simetría facial atendiendo a las circunstancias vivenciales de cada uno de los personajes.
En ambos casos, podemos comprobar como las situaciones de estrés, psicológico o emocional, puede revelarse en una fluctuación de la simetría del rostro.
Las siguientes dos imágenes hablan también de dos situaciones muy estresantes para los protagonistas: una acusación de violación y el momento de entrar en la cárcel, respectivamente.
BIBLIOGRAFÍA:
Gangestad, S. W., Thornhill, R., & Yeo, R. A. (1994). Facial attractiveness, developmental stability, and fluctuating asymmetry. Ethology and Sociobiology, 15(2), 73-85.
Rhodes, G. (2006). The evolutionary psychology of facial beauty. Annu. Rev. Psychol., 57, 199-226.
Shackelford, T. K., & Larsen, R. J. (1997). Facial asymmetry as an indicator of psychological, emotional, and physiological distress. Journal of personality and social psychology, 72(2), 456.
Francisco Campos Maya
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