Un
par de fotos, un video, y un link en Google. Esa es la información que me
facilitó mi cliente, el Sr. A.M., al contratar mis servicios como analista en
comportamiento no verbal. Su objetivo: conseguir que un potencial proveedor con
fama de negociador duro firmase un contrato de suministro con las condiciones
más favorables posibles. Mi cometido: buscar los puntos fuertes y débiles de
aquel; sus posibles intereses; determinar qué actitud tener en la reunión; cómo
plantear la estrategia negociadora en función del estilo de personalidad;
establecer qué palabras e información utilizar, etc.
Mediante el lenguaje corporal expresamos y reflejamos emociones, motivaciones y actitudes que podemos determinar y que debemos tener en cuenta a la hora de negociar si queremos obtener un resultado positivo. De este modo, por medio del análisis de vídeo y fotos, se detectaron los gestos más relevantes en el lenguaje corporal del sujeto a analizar y su significado. Se concluyó que el sujeto poseía, a rasgos generales, una personalidad dominante y de pensamiento racional; que prefiere procesar la información con predicados auditivos (Lakin, 2011); que el respeto y la calidez eran valores importantes a tener en cuenta a la hora de negociar con él.
Aconsejé
a mi cliente que durante la presentación fuera al grano, se centrara en los
hechos, y evitara hablar de emociones. Utilizar un lenguaje en sintonía con la
forma de expresarse y entender el mundo del cliente, tener presentes los
motivos por los que negociamos (centrarse
en los intereses, no en posiciones), mantener una postura erguida (denota
seguridad) y evitar el tambaleo
de pies o cuerpo[1] (denotan nerviosismo -Troisi,
2002[2])
son algunos de los gestos que debemos tener en cuenta a la hora de negociar.
Para
facilitar la aceptación, creación de vínculos emocionales y un sentimiento de
afinidad y confianza con su cliente (Lakin,
2003, pág. 60) le sugerí imitar discretamente la postura corporal de la otra
persona (estrategia Rapport), además de evitar
un cruce de brazos cerrados[3] -dada su extendida
asociación a la inflexibilidad, la vigilancia, defensa o el rechazo (Argyle, 2013)-
aunque su significado es mucho más ámplio dependiendo de la persona y el
contexto donde el gesto se lleve a cabo.
En cualquier circunstancia, se debe considerar el manejo consciente de
una adecuada distancia personal
(proxémica) y la importancia de una imagen personal adecuada y en sintonía con
la correspondiente negociación. En este sentido, Daniel Urueña, socio director
de MAS Consulting Group España[4], afirma que “el
contenido influye en la decisión de la valoración final en menos de un 10 por
ciento; un 90 por ciento es la imagen y la voz (…)” (Portalo, 2006). Al fin
y al cabo, la imagen externa es una tarjeta de visita, todo lo que los demás captaran
de nosotros en una primera y fugaz mirada (Vela,
1999, pág. 29) que según Ray Birdwhistell se aprende a través de la
programación cultural, esto es, lo que la sociedad culturalmente entiende como
deseable (González, 2003, pág. 18).
En
esta línea, la investigación de (Widgery, 1969)
concluyen que una persona atractiva, independientemente del sexo,
será objeto de una evaluación más positiva en lo referente a escalas de
credibilidad y en consecuencia un factor de influencia en la persuasividad
última de la persona (Knapp, 1995), además
de realizar sobre ella inferencias positivas sobre aspectos socialmente
deseables (sus habilidades, su nivel de sociabilidad, sexualidad o su capacidad
intelectual).
En definitiva, negociamos para obtener unos resultados conformes a nuestros intereses, forjar relaciones estables entre individuos y favorecer el crecimiento personal y social.
Para
tal fin, es imprescindible ser conscientes de nuestro propio lenguaje corporal,
así sabremos si la información que estamos transmitiendo es congruente con la
imagen que queremos mostrar a los demás; analizar y interpretar siempre
teniendo en cuenta el contexto en qué se desarrolla la negociación, y percibir
las incongruencias en el lenguaje corporal de nuestro interlocutor, pues pueden
aportarnos información útil.
Bibliografía
Argyle, M. (2013). Bodily communication. London. Routledge.
González, J. F. (2003). Lenguaje
corporal. El lenguaje mudo del cuerpo. Madrid: Edimat.
Knapp, M. (1995). La
comunicación no verbal: el cuerpo y el entorno. Barcelona: Paidós.
Lakin, J. J. (2003). The chamelon effect as a social
glue: Evidence for the evolutionary significance of nonconscious mimicry. . Journal
of Nonverbal Behavior , 145-161.
Lakin, Duane (2011). Vender con
PNL: Una ventaja oculta. Barcelona : Editorial Sirio
Troisi, A. (2002). Displacement activities as a
behavioral measure of stress in nonhuman primates and human subjects. Stress , 5, 47-54.
Vela, A. M. (1999). La otra
comunicación. Comunicación no verbal. Madrid: Ediciones Esic.
Widgery, R. y. (1969). The effects of physical
attractiveness upon perceived initial credibility. Michigan speech journal , 4, 9-15.
Website
consultadas:
Martín Ovejero (análisis caso Asunta en Antena 3 Notícias el 01/10/2015). Recuperado el 03/05/2016 de
https://martinovejero.com/2015/10/01/antena-3-noticias-juicio-asunta-basterra
Artículo publicado por Francisco Campos (el cruce de brazos). Recuperado
el 03/05/2016 de http://analistasdelamentira.blogspot.com.es/2015/07/los-brazos-cruzados.html
Artículo publicado por Francisco Campos (Autoadaoptadores y
autocontacto). Recuperado el 03/05/2016 de http://analistasdelamentira.blogspot.com.es/2016/05/autoadaptadores-autocontactos.html
[1] Martín Ovejero (análisis caso Asunta en Antena 3 Notícias el 01/10/2015). Recuperado el
03/05/2016 de https://martinovejero.com/2015/10/01/antena-3-noticias-juicio-asunta-basterra
[2] Artículo publicado por Francisco Campos
(Autoadaoptadores y autocontacto). Recuperado el 03/05/2016 de http://analistasdelamentira.blogspot.com.es/2016/05/autoadaptadores-autocontactos.html
[3] Artículo publicado por Francisco Campos (el cruce de
brazos). Recuperado el 03/05/2016 de http://analistasdelamentira.blogspot.com.es/2015/07/los-brazos-cruzados.html
[4] Esta compañía de consultoría política cuenta con
sedes en Estados Unidos y México y ha organizado
varios cursos
de dirección de campañas electorales junto con la Universidad Pontificia de
Comillas
(Icade).
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