jueves, 23 de julio de 2015

Los brazos cruzados

Tradicionalmente se ha establecido que el comportamiento de cruzar los brazos estaba asociado a la inflexibilidad, la vigilancia, la defensa o el rechazo (Argyle, M. (2013). Bodily communication. Routledge. // Bull, P. E. (2013). Posture & Gesture. Elsevier.), sin embargo, Friedman y Elliot (Friedman, R., & Elliot, A. J. (2008). The effect of arm crossing on persistence and performance. European Journal of Social Psychology, 38(3), 449-461) ofrecen otro punto de vista. 


En 1884, William James puso la primera piedra de la Hipótesis del Feedback Facial, según la cual, la experiencia emocional subjetiva es producto de la acción facial automática ante el estímulo desencadenante (Fernández-Abascal, E.G. y Chóliz, M. 2007. Expresión facial de la emoción. Madrid: UNED). Es este orden de cosas, numerosas investigaciones han ido en ese sentido, comprobando que la acción facial deliberada, e incluso la acción postural/gestual, desencadenan experiencias subjetivas congruentes con dichas acciones (para una revisión, acudir al artículo de Friedman y Elliot sobre el que estoy hablando). Por ejemplo, Stepper y Strack (1993) comprobaron que la sensación de esfuerzo era mayor en los sujetos que habían sido instruidos a fruncir el ceño durante la tarea. Movimientos inducidos de afirmación con la cabeza (inducidos por el movimiento del objeto presentado en una pantalla) facilitaron una valoración más positiva de los objetos presentados que en los casos en los que los movimientos de negación (Förster, J. (2004). How body feedback influences consumers’ evaluation of products. Journal of Consumer psychology14(4), 416-426.). Es decir, la propiocepción, resultante de la expresión, postura o gesto, genera , una actitud, un sentimiento o una emoción en el sentido de la gestualidad exhibida. Si saco pecho, levanto la cabeza y sonrío frente al espejo, mi actitud será mucho más positiva y optimista que si me miro bajando los hombros y con la cara lánguida. 
Dicho esto, lo que demuestran los autores es que el cruce de brazos está también asociado a la persistencia y al rendimiento. De hecho, mediante la manipulación de la posición de los brazos (cruzados-no cruzados), comprueban que tanto la persistencia (en problemas sin solución) como el rendimiento (en problemas con solución) era mayor en los sujetos que mantenían los brazos cruzados durante la tarea frente a los que los mantenían sobre los muslos. Es decir, la percepción de que el cuerpo adopta una postura de persistencia incrementa dicha persistencia y, fruto de ello, el rendimiento.
Así pues, tenemos un elemento más a tener en cuenta a la hora de valorar el gesto del cruce de brazos. No solamente hace referencia a defensa, protección, inflexibilidad, rechazo o indiferencia. También es atribuible a que la persona está concentrada en un tipo de tarea o reflexión. 

Añado una reflexión sobre el tema: la concentración sobre un problema o tarea necesita del aislamiento para centrar los recursos cognitivos en la misma. Desviar la mirada y cruzar los brazos son comportamientos contemplados como estrategias de huída o cierre. El cierre necesario para estar consigo mismo.

Francisco Campos.

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